Invita Salvador Casado (@DoctorCasado) en su libro "Diario de un médico descalzo" (#MédicoDescalzo) a que el lector del mismo se atreva a expresar su propia visión del mundo.
Hoy aprovecho la tarea que me encomiendan en el Curso básico de Bioética que imparte la Escuela Andaluza de Salud Pública de elaborar un post sobre el final de la vida para aceptar el reto de Salvador y atreverme a publicar mis propias reflexiones.
"Para asistir un nacimiento hay que poner las manos. Para asistir una muerte también".
"Para asistir un nacimiento hay que poner las manos. Para asistir una muerte también".
Hay que poner las manos... sí. Manos que humanicen con su compañía y que compartan este momento natural de nuestras vidas como es el momento de la muerte.
Mi trabajo como Médico de Familia me ofrece la posibilidad de compartir y acompañar a algunos pacientes en los últimos tramos de una enfermedad crónica y terminal y es indescriptible como uno se siente afortunado de que le permitan poner las manos junto con las del paciente y sus familiares. Más aún en los momentos en que más cercana está la muerte y en los que, como dice Salvador, "acompañar en una muerte ajena es un ejemplo de conducta compasiva, una oportunidad de crecimiento y un enorme privilegio". La experiencia que nos ofrecen nuestros pacientes y sus familias cuando nos abren la puerta y nos permiten acompañarlos en la asistencia a la muerte es verdaderamente un regalo y "el que muere nos regala la oportunidad de acercarnos un poco más a nuestra levedad y tenerle menos miedo. Si asistimos a una buena muerte nos dará esperanza. Si no lo es nos motivará para vivir la vida de una forma más plena y buscar así que nuestro final sea mejor del que acabamos de acompañar".
Coincido con Salvador en que "el sistema sanitario es muy eficiente asistiendo nacimientos pero no lo es tanto con las muertes" y que estamos mejorando el control de síntomas y la asistencia a este proceso con la instauración de cuidados paliativos tanto en hospitales, como en centros de salud y unidades especializadas, "pero queda mucho por hacer". Este curso básico de Bioética me ha permitido reflexionar y la lectura pausada del "Diario de un médico descalzo" me ha hecho acercarme, entre otras cosas, a la aspiración de tener una buena muerte.
En la exposición de motivos de la Ley 2/2010, de 8 de abril, de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte de Andalucía se puede leer que:
Y "para acompañar bien a un moribundo suele ser necesario haber recorrido con consciencia algún proceso de muerte personal" nos dice Salvador. "...el principal verbo a conjugar en estos casos sigue siendo el mismo: estar".
Aspiro a acompañar a mis pacientes que deseen morir en su casa bien cuidados, en su entorno y con sus familiares si así lo desean y a seguir poniendo mis manos a su disposición para asistirlos y dignificar su vida y con ello su muerte.
Gracias a Salvador Casado por el regalo de su libro y termino la entrada con un Haiku
Coincido con Salvador en que "el sistema sanitario es muy eficiente asistiendo nacimientos pero no lo es tanto con las muertes" y que estamos mejorando el control de síntomas y la asistencia a este proceso con la instauración de cuidados paliativos tanto en hospitales, como en centros de salud y unidades especializadas, "pero queda mucho por hacer". Este curso básico de Bioética me ha permitido reflexionar y la lectura pausada del "Diario de un médico descalzo" me ha hecho acercarme, entre otras cosas, a la aspiración de tener una buena muerte.
En la exposición de motivos de la Ley 2/2010, de 8 de abril, de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte de Andalucía se puede leer que:
"Todos los seres humanos aspiran a vivir dignamente... Pero la muerte también forma parte de la vida. Morir constituye el acto final de la biografía personal de cada ser humano y no puede ser separada de aquella como algo distinto. Por tanto, el imperativo de la vida digna alcanza también a la muerte. Una vida digna requiere una muerte digna."
Acompañar bien dignifica la muerte. Ofrecer nuestra escucha, una mano y la intención de aliviar es básico en la asistencia que puede prestar un Médico de Familia en el proceso de la muerte y deben ser los pilares en los que se sustente nuestra atención asistencial, incluyendo el tratamiento del dolor, el asesoramiento y los cuidados paliativos.
Acompañar bien dignifica la muerte. Ofrecer nuestra escucha, una mano y la intención de aliviar es básico en la asistencia que puede prestar un Médico de Familia en el proceso de la muerte y deben ser los pilares en los que se sustente nuestra atención asistencial, incluyendo el tratamiento del dolor, el asesoramiento y los cuidados paliativos.
Y "para acompañar bien a un moribundo suele ser necesario haber recorrido con consciencia algún proceso de muerte personal" nos dice Salvador. "...el principal verbo a conjugar en estos casos sigue siendo el mismo: estar".
Aspiro a acompañar a mis pacientes que deseen morir en su casa bien cuidados, en su entorno y con sus familiares si así lo desean y a seguir poniendo mis manos a su disposición para asistirlos y dignificar su vida y con ello su muerte.
Gracias a Salvador Casado por el regalo de su libro y termino la entrada con un Haiku
Cuando regalas
Aquello que descubres
Te enriqueces
y unos versos de la Adenda Poética de "Diario de un médico descalzo"
12. Agárrame bien
Dentro de tu abrazo
No hay caída
Comentarios
Publicar un comentario